El 14 de octubre de 2021, Carolina Álvarez vio por última vez a su hija, Khadija Álvarez, de seis meses de edad, cuando su padre, Kevin Wooden, un ciudadano inglés, la raptó en una carretera de Guadalajara (México). Antes de secuestrar a la menor, Gooden golpeó a Carolina, la obliga a bajar del vehículo y huye con la bebé. Cuatro años después, Carolina sigue sin conocer el paradero de su hija en un camino solitario, lleno de obstáculos y sin el apoyo de las autoridades. La alerta Amber, que pudo haber agilizado la búsqueda de la menor, fue emitida dos años después de su desaparición.
La tarde del 14 de octubre de 2021 Carolina la recuerda muy bien. Con miedo, pero segura de su decisión, sostenía con fuerza a su pequeña hija, rogando que aquel infierno que vivió por fin terminará. Intentaba ignorar las humillaciones de Kevin, implorando con fuerza a un ser celestial que intercediera para acabar con la pesadilla que estaba viviendo.
“Me decía: tú no te vas a llevar a la niña, vete tú sola” recuerda Carolina. La idea de dejar a su hija jamás pasó por su cabeza, llegaron juntas y se irían juntas, pero Kevin parecía saber que por voluntad Carolina no dejaría a la bebé.
Como parte de un ciclo de violencia que Carolina ya había experimentado semanas previas, él la golpea fuertemente, la baja del carro tirando sus maletas en la puerta del aeropuerto y se va, con su hija Khadija.
“Yo estaba con el labio partido y él lo único qué me dice es: ¿Te subes al avión o qué estás esperando? Yo estaba en shock viendo como él se iba con la niña. Fue tanto mi impacto que luego de ingresar al aeropuerto las personas de migración me preguntaron sí yo estaba bien”.
No lo estaba. La incertidumbre y el dolor recorrían su cuerpo. Su mente repetía una y otra vez lo que acababa de suceder. Se preguntaba si podía haber hecho algo más.
Como si le hubieran puesto pausa a su vida, llegó a Colombia y se contactó con Kevin Wooden, quien de manera astuta la convenció de que todo estaba bien. Le prometió que, una vez recogiera sus pertenencias, podría regresar a México y reencontrarse con su hija. Ella le creyó, al final no tenía más opciones, creerle y confiar en sus palabras.
Su tiempo en Colombia fue express, pocas explicaciones dio a su familia de porque llegó sin la niña, recogió un par de cosas de Kevin y, cuatro días después ya estaba de regreso en México. Kevin conocía su horario, su itinerario de viaje y le prometió ir a buscarla junto con su hija.
“Nunca llegó. Yo estaba ahí en el lugar donde nos íbamos a ver y pasaron horas. Pero nunca llegó” recuerda Carolina.
Nunca imaginó que terminaría sola, a kilómetros de su hogar, pegando carteles con la foto de su hija por las calles de Jalisco, con el corazón destrozado por un hombre que decía amarla y que, en cambio, le arrebató el amor más grande.

Semanas antes, Carolina había llegado a México junto a su hija ilusionada de empezar una vida con Kevin. Lo conoció en Cali, su ciudad natal y, tras un tiempo de relación, se enamoraron. Nunca vio señales de posesividad o violencia. No hubo una «red flag» que la alertara del desenlace que viviría.
Dos años después de conocerse, Carolina queda embarazada y dándole pocas explicaciones, Kevin se va del país. Aunque fue un golpe emocional difícil de sobrellevar, ella decidió seguir por su hija y al nacer la registró con su nombre y apellido. Kevin nunca la reconoció legalmente.
Un día Kevin reapareció con promesas de un futuro juntos. Le aseguró que su abandono había sido un error, que todo lo hizo por amor. Le propuso viajar a México para comenzar de nuevo.
Aunque a Carolina le costó tomar esa decisión, pues meses antes la había abandonado con una hija recién nacida, se motivó bajo la idea de tener una familia para su pequeña y estar al lado del hombre que creía amar. Al final aceptó y viajó. Sin embargo, al llegar encontró un hombre “completamente diferente”.
“Desde la llegada era un hombre diferente, tenía una actitud horrible con la niña. Yo lo primero que pensé fue que conoció a alguien. Yo aún estaba lactando, no sabía que hacer, no quería quedarme sola en otro país con una bebé”
Las muestras de desprecio pronto se convirtieron en violencia física y psicológica. Golpes, humillaciones, maltratos constantes. Un día, Wooden llegó al extremo de encerrarla junto con su hija y esconder sus pasaportes para impedirles escapar.
“Recuerdo que un día que estábamos en un Wallmart y se molestó por algo que no recuerdo que era. Al llegar a la casa, me golpea, me rompe la nariz, me patea… Todo delante de la niña. Yo pensé: me quiere matar”
Armándose de valor decide pedir ayuda a su familia en Colombia, quienes buscando resguardar su vida y la de Khadija le compran dos pasajes de regreso. De alguna manera Kevin “aceptó” que se fueran y el día del viaje las llevó al aeropuerto.
México es un país con más de 100.000 personas reportadas como desaparecidas. Según el Portal REDLUPA, la cifra aumentó un 6,3% en 2024. El Estado de Jalisco, donde desapareció Khadija, lidera las estadísticas con 14.991 casos, siendo el tercer estado con más niñas y mujeres desaparecidas.
Carolina siguió el protocolo y los pasos de aquellas madres valientes que buscan a sus hijos. Comenzó a buscar ayuda, a tocar puertas y su primera reacción fue colocar la denuncia ante la Fiscalía de Jalisco.
“Cuando yo llego la persona que me toma la declaración me dice: ¿y qué es el de usted? ¿Qué es para la niña? Yo dije el papá. Haber dicho eso fue lo peor, porque para ellos si era el papá no había delito. Y la denuncia quedó como sustracción ilegal de menores, no por secuestro”
Lejos de los eufemismos que rondan estos casos la realidad es que Kevin León Wooden en un acto de violencia, poder y control raptó y secuestró a su hija.
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Una alerta Ámber que llega tarde
Según el Protocolo Adicional para la Búsqueda de Niños, Niñas y Adolescentes de México establece que la alerta Amber se debe emitir incluso aunque no exista una carpeta de investigación, pero para el caso de Khadija no fue así. La alerta fue activada dos años después, dificultando aún más su búsqueda.
Juan Martín Pérez García, Coordinador de Tejiendo Redes Infancia en América Latina y el Caribe, advierte que, en casos de sustracción de menores, la Alerta Amber es necesaria, pero no suficiente. Para él, también hay que acabar con “estereotipos” y “prejuicios” en las fiscalías que impiden avanzar con las búsquedas.

“Este caso es paradigmático porque nos muestra justamente la representación de estas negligencias. En México y en el mundo sigue existiendo la idea de que los niños son objeto de propiedad familiar, esto implica que cuando en un conflicto de pareja el padre o la madre, con más frecuencia el padre, se lleva en contra de la voluntad al menor, las autoridades no actúan bajo el argumento: es el padre, tiene derechos” señala el experto en infancias.
Con la intención de entender las razones por las que las autoridades mexicanas no actuaron a tiempo en el caso, el equipo de Voces Francas intentó comunicarse en diferentes ocasiones con la Fiscalía de Jalisco, sin embargo, a la fecha de publicación de este artículo no hubo ninguna respuesta.
Por ser una menor colombiana en otro país, contactamos a la Embajada de Colombia en México, adscrita al Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia, quien nos informó que sí existe un acuerdo de colaboración entre ambos países y entre el Reino Unido, de donde es Kevin Wooden, pero que hay pocos avances en la investigación.
A pesar de que Kevin Wooden es buscado como sospecho por el secuestro y homicidio de un hombre en el Reino Unido, y que esto implicaría que la menor podría estar en manos de una persona peligrosa, las autoridades no han actuado a tiempo.
Un posible caso de violencia vicaria
Como menciona Juan Martín Pérez García, en los conflictos familiares suele creerse que los menores son objetos de pertenencia. En este contexto, algunos agresores utilizan el daño a los hijos como una forma de castigo hacia la pareja, especialmente hacia la mujer. Este tipo de violencia se conoce como violencia vicaria.
Para Jennifer Seifert, fundadora del Frente contra la Violencia Vicaria en México, la sustracción de menores es una de sus manifestaciones más comunes, y suele ocurrir cuando la madre decide terminar la relación.
Según una encuesta realizada por la organización, el 81% de las madres víctimas de violencia vicaria afirmaron que sus hijos fueron sustraídos ilegalmente por sus padres. La activista denuncia que, en los casos que han acompañado, las Alertas Amber tardan en emitirse o, en algunos casos, nunca llegan a activarse.
“Aunque tampoco considero que sirvan de mucho, claro que son son necesarias, pero podría decirte que de las 5000 mamás que tenemos puede haber 50 alertas Amber habilitadas”. Añade que este crimen deja huellas irreversibles en la madre, desde impactos económicos por los costos para la búsqueda de sus hijos hasta las consecuencias emocionales.
Khadija hoy tendría dos años de edad, siendo tan solo una bebé fue privada del derecho a vivir junto a su madre. A Carolina, Kevin le arrebató la posibilidad de ver crecer a su primera y única hija, le borró toda ilusión con la que sueña una madre primeriza que anhela estar con su pequeña, la dejó con un dolor que, aunque la llena de fuerza para no desistir, la rompe en mil pedazos en cada momento que ve las fotos de su pequeña y reconoce que no tiene ni la menor idea de donde podrá estar. Espera que donde esté, este bien y que sepa que tiene una madre que iría hasta el fin del mundo por buscarla.
Carolina aún guarda el tiquete que su hija no pudo utilizar, lo utiliza como una prueba para las entidades que aún con el tiempo continúan minimizando su caso, pero también como un símbolo de esperanza a la que aferrarse, una que le permite soñar con el día en que recupere a su hija y regresen a su país, con su familia.
Para la búsqueda de Khadija existe una alerta amarilla de la Interpol, pues se cree que Kevin pudo sacarla de México. Tanto la alerta amarilla como la alerta Amber se emitieron con una progresión de su edad, una idea de cómo se vería luego de dos años. Aunque pudieron cambiar su cabello de color, hay unas señas claras que podrían identificarla. Tiene un lunar debajo de su ojo derecho y un lunar algo grande en su espalda.
Si a alguien cree tener información sobre Khadija puede comunicarse a 33303049 o al 55 53462516 (México).