Entre 2023 y agosto de 2025 se han registrado 301 casos de lesiones y ataques con químicos en el país, 44 de ellos con sustancias corrosivas que han dejado daños irreversibles. Entre las víctimas se reportan 27 mujeres y 17 hombres, cifras que evidencian cómo estos ataques siguen siendo una manifestación de la violencia de género. En el caso de las mujeres, las agresiones suelen ocurrir dentro del hogar o en un contexto de violencia de pareja, mientras que en los hombres se repiten las riñas callejeras y los conflictos entre conocidos.
Durante años, Colombia fue conocido como uno de los países con más ataques con químicos en el mundo. En el 2018, el país aparecía en rankings que lo ubicaban como el tercero en incidencia global, con cifras que hablaban de hasta 100 mil casos en solo ese año. Sin embargo, cuando los datos fueron revisados y clasificados de forma rigurosa, revelaron que no fueron miles de casos al año, pero los que ocurrieron y ocurren, son la expresión de una violencia extrema contra las mujeres.
La médica forense Daniela Romero, analizó 800 reportes del Instituto Nacional de Medicina Legal entre 2018 y 2021 y encontró que en 2018 no hubo esos 100 mil casos como se repetía en la literatura y medios internacionales; fueron 541 los casos que estaban correctamente clasificados como mecanismo traumático de lesión por agente químico, y de estos, 105 pertenecen a ataques con sustancias corrosivas, capaces de destruir tejido humano y conocidas popularmente como “ácidos”, las cuales están amparadas por la Ley Natalia Ponce de León.
Entre las víctimas identificadas, 76 eran mujeres, es decir, un 72,38%, y 29 hombres, una proporción que confirma que esta forma de violencia sigue teniendo rostro femenino. Por eso, la doctora Romero sostiene que, aunque las cifras reales son mucho menores que las difundidas durante años, el patrón se mantiene y muestra que las mujeres continúan siendo las principales afectadas por una agresión que busca castigar, controlar o dejar una huella imborrable sobre el cuerpo.
“Hay una gran discrepancia en las cantidades, pero lo que se mantiene es el mismo patrón. La mayoría de víctimas son mujeres y los agresores, en su mayoría, hombres cercanos”, explica la especialista de la Universidad Nacional de Colombia.
Estos registros existen porque, cada vez que una persona llega a un hospital con lesiones causadas por sustancias químicas, es remitida a Medicina Legal. Allí, un perito forense realiza una valoración para determinar el tipo de sustancia, la gravedad de las lesiones y las posibles circunstancias en que ocurrieron los hechos para luego emitir el dictamen pericial, documento que es fundamental en el proceso penal para establecer tanto la gravedad del delito, como la pena que podría imponerse en caso de tratarse de una agresión.
Luego del estudio que hizo la doctora Romero, el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses empezó a clasificarlo en tres grupos: corrosivos, que generan daño irreversible; irritantes, que producen lesiones leves o moderadas en la piel; y tóxicos, que afectan principalmente el sistema nervioso o causan intoxicación.
En Voces Francas revisamos una base de datos del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, obtenida a través de un derecho de petición, que reúne 301 casos reportados entre 2023 y lo corrido de 2025.
Bogotá encabeza la lista con 62 reportes, seguida de Antioquia con 58, de los cuales 32 ocurrieron en Medellín. Cali suma 14, Ibagué 10 y Cartagena 8. La doctora Daniela Romero explica que este aumento en las grandes ciudades puede deberse a varias razones; por un lado, la comercialización y el fácil acceso a estas sustancias, y por otro, la posibilidad de que en los centros urbanos haya un mayor nivel de registro, mientras que en otras regiones los casos queden por fuera de las estadísticas.
Los corrosivos son menos casos, pero muestran la violencia más extrema
De los 301 casos que reporta el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses desde el 2023, 44 corresponden a ataques con agentes corrosivos que dejan secuelas permanentes. En 36 de esos casos —el 82 %— se trató de agresiones intencionales enmarcadas en distintos tipos de violencia: interpersonal, de pareja, contra niños, niñas y adolescentes, entre familiares, hacia adultos mayores o en el marco de presuntos delitos sexuales.
Si se analizan esas 36 agresiones, se podría ver una distribución casi equilibrada entre hombres y mujeres, dado que 20 víctimas fueron mujeres, lo que equivale al 55,5 %, y 16 fueron hombres, que representan el 44,4 %. Sin embargo, los patrones de violencia y las circunstancias son muy distintas. En las mujeres, los casos aparecen ligados sobre todo a la violencia de pareja y a hechos dentro del hogar, mientras que en los hombres se repiten más las riñas en la calle, los conflictos con vecinos o por episodios de intolerancia.
Los escenarios en los que ocurren las agresiones también muestran hasta qué punto la violencia invade lo cotidiano, pues de los 20 casos, el 50% de los ataques hacia las mujeres ocurrieron dentro de las viviendas, el espacio que debería ser el más seguro. Otros 6 —30 %— se registraron en calles y avenidas. Es decir, los ataques se dan en entornos comunes, aquellos donde las personas conviven, trabajan o simplemente transitan a diario.
Karina Bocanegra, psicóloga y referente de la Secretaría Distrital de la Mujer, asegura que, “Al entenderlos como violencias extremas o exacerbadas, nos permite ubicar los ataques con agentes químicos no solo en el marco de la definición del delito, sino incluso como un escenario de tortura, porque es una acción que se comete con la intencionalidad de infligir dolor, de dejar marcas, de causar sufrimiento sobre la persona que se agrede”.
En situaciones de riesgo por ataque con agente químico, la acción más inmediata es comunicarse con la línea única de emergencias marcando el 123, que activa la respuesta de los equipos de salud, rescate y seguridad. Si se trata de un hecho enmarcado en violencia de género, las mujeres pueden solicitar orientación y acompañamiento a través de la Línea Púrpura, disponible en Bogotá en el número 01 8000 112 137.
