Cuando tenía trece años Gin presenció como este crimen le arrebató a su mejor amiga. Las tardes de risas y helados, la confidencialidad y la rutina típica de dos amigas se vio transformada por la incertidumbre, el dolor y la impotencia ante la injustica. Nueve años después Gin encontró en el feminismo una forma de hacerle memoria a su amiga y gritar con fuerza ¡Ni una más